jueves, 29 de enero de 2009


Y sintió que el frío le helaba los dedos, le helaba las manos, los brazos y todo su cuerpo hasta llegar a lo mas hondo de su ser. No tenia porque temer al frío, el frío solo helaba, no borraba ni marcaba, no hería ni rasgaba como hacia la gente. Pero entonces recordó el verano, con su esplendido sol brillando en medio del claro cielo y lo hogareño que era el resplandor rojizo de las tardes. Que acogedor. Pero, entonces, tristemente, recordó, que las tinieblas de la noche la acechaban hiciera frío o calor.

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